Para la propuesta de hoy hacemos una revisión de una entrada anterior de un producto que es, sin paliativos, de lo mejor que un ser humano o incluso un animal puede comer: la croqueta. Es tan bueno el alimento, que incluso a otro de los placeres de la vida (a revolcarse por el suelo) se le denomina hacer la croqueta. ¿No es alucinante? Ya lo sé. Sígueme en esta historia de gula y nutrición.
Ingredientes:
150 g de cocido de pollo
1/2 cebolla
80 g de aceite (no para freirlas)
40 g de mantequilla
100 g de avellanas tostadas
180 g de harina de espelta
800 g de leche
Pan rallado
Huevo
Aceite
Elaboración:
En primer lugar, separa las partes de carne del pollo cocido de los huesos y piel. Si hay algún trozo grande, desmenúzalo con los dedos en francciones lo más pequeñas posible.
Pesa el resto de ingredientes y déjalos preparados.
Pon aceite en la sartén para hacer el sofrito.
Pica la cebolla y cuando el aceite esté caliente, comienza a hacer un sofrito.
Mientras se comienza a hacer el sofrito, pica las avellanas. Puedes usar una batidora o una picadora. Si lo haces con un mortero, añade las avellanas en 3 o 4 veces para que el resultado sea lo más fino posible (que con el mortero no lo será mucho).
Cuando la cebolla comience a estar dorada, añade las avellanas molidas y sigue sofriendo. Añade un poco más de aceite.
Cuando la avellana comience a estar dorada, añade el pollo y comienza a rehogarlo y a reducir los trozos con la ayuda de la cuchara.
Añade la mantequilla y sigue rehogando y desmenuzando los trozos de pollo.
Por último, añade poco a poco la harina y rehógala rompiendo los trozos grandes para evitar que se formen grumos. Si todavía te queda algo de aceite, añádelo ahora.
Cuando la harina comience a coger color, ve añadiendo poco a poco la leche (que habrás calentado un poco en el microondas).
Lleva la leche a ebullición mientras sigues removiendo. En este caso, con la cuchara no era suficiente y usé una varilla para poder mezcla debidamente. Ajusta el punto de sal ahora. Cuando llegue a ebullición, sigue removiendo durante dos o tres minutos.
Al finalizar, pon en un recipiente suficientemente grande. En la superficie, extiende un poco de aceite (con la ayuda de una brocha o un tenedor) o mantequilla para evitar que se deshidrate y quede seco. Cuando haya perdido temperatura, cúbrelo con film transparente y ponlo en la nevera, durante al menos 12 horas.
Para el formado de la croqueta, dispón la masa ya fría, un bol con un par huevo batido (con una pizca de sal) y un plato o bandeja con pan rallado. Primero pásalas por el huevo, y de allí, escurridas, pásalas por el pan para cubrirlas.
La forma que más me gusta es casi redonda (¿sabías es la forma geométrica con la relación volumen/superficie más alta?) y el tamaño... un par de bocados por croqueta... pero esto es una cuestión de gustos.
En este punto, puedes ponerlas en un túper y guardarlas en el congelador. Para freírlas, pon en una sartén aceite suficiente para cubrir por lo menos, la mitad de la croqueta (para evitar que se rompan). Las puedes poner en el aceite directamente congeladas. Dóralas por todos los lados y... a disfrutar.
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